Por José Luis Sánchez*
Al inicio de 2016, las empresas más representativas de la era digital reportaban un alto valor en el mercado. Google, Facebook y Amazon se estimaban entonces en 420 mil, 311 mil y 297 mil millones de dólares, respectivamente.
Lograr semejante valor les ha llevado relativamente poco tiempo, si se les compara con empresas tradicionales. Por ejemplo, Google lleva operando 18 años mientras que Facebook lo ha estado haciendo desde 2004.
Estas organizaciones, al igual que muchas otras compañías digitales, se aventuraron al mercado con una nueva mentalidad y un innovador modelo de negocio que las llevaron a incursionar en áreas disruptivas en su momento, como no depender de instalaciones físicas, aprovechar la explosión de la banda ancha, ser pioneros en el uso de la nube, colaborar y echar mano del software abierto.
Asimismo, han estado más dispuestas a asumir riesgos y a equivocarse, a diferencia de las grandes organizaciones, en las que existen estructuras muy duras, donde la información no fluye bien y no están inclinadas a arriesgarse.
Para que las empresas tradicionales logren la transformación digital que exigen los nuevos tiempos, deberían observar muy de cerca las acciones que están realizando sus primas digitales para prosperar, elevar su valor e innovar a velocidades nunca antes vistas.
En particular, el uso de software abierto ha sido uno de los diferenciadores clave: las organizaciones de nueva generación que lo utilizan pueden responder más rápidamente al entorno de negocio, desarrollar las aplicaciones y funcionalidades nuevas en un tiempo relativamente corto.
Para las compañías establecidas, la propuesta de valor del open source es ayudarlas con tecnologías y procesos, que puedan ir de la idea a la aplicación en el menor tiempo posible. Para ellas es vital tener la capacidad de generar innovaciones e inyectarlas en su organización, algo en lo que el código abierto puede contribuir de manera fundamental.
De hecho, quedarse igual que como estaban hace 20 años no es una opción. De hacerlo, alguien más llegará a revolucionar su industria y van a quedarse rezagados, viendo pasar a los ganadores.
Las compañías tradicionales tienen ante sí la tarea de hacer convivir dos mundos al mismo tiempo. Por un lado, gestionar su infraestructura legada que es la que soporta el core de su negocio y todos los sistemas críticos. Por otro lado, aprovechar una arquitectura abierta que les brinde el dinamismo y la velocidad para responder a los cambios en el mercado y así ofrecerle a sus clientes innovaciones más expeditas que mejoren su experiencia en todos los niveles (comercio electrónico, tiendas, promociones, logística, etc.).
Es cierto que tendrán que seguir dedicando gran parte de su presupuesto – alrededor del 80% – para mantener sus sistemas legados, los cuales marchan a un paso firme pero lento. Y, sin duda, tendrán que aprovechar los recursos restantes para habilitar un nuevo entorno abierto que les brinde la versatilidad para competir en un mundo que no se detiene y que exige reacciones inmediatas.
Las empresas digitales nativas han recorrido un largo camino, y lo han hecho en muy poco tiempo y con éxito de mercado. Las compañías tradicionales tienen la oportunidad de aprender de toda esa experiencia y tomar lo mejor de la innovación y de la capacidad de crecimiento que ha sido el distintivo de la transformación digital.
José Luis Sánchez es Director General de Red Hat México.