por Yesica Flores |
Se estima que en México sólo el 5% de las viviendas están aseguradas, según la AMIS[1]. La mayoría lo está porque lo obligan los créditos hipotecarios. Sin embargo, muchas veces estos seguros no contemplan toda la protección necesaria en determinados casos, sobre todo si consideramos la alta incidencia de sismos, huracanes y otros fenómenos naturales. Esta cifra parece responder a la poca educación financiera y cultura de la prevención, y no al hecho de que no sean necesarios. Para ilustrarlo: en nuestro país el sector asegurador representa apenas el 2.3% del PIB[2], mientras que en Estados Unidos es superior al 7%[3].
México ha sido un país proclive a sufrir catástrofes naturales a lo largo de la historia. La temporada de huracanes sigue siendo una preocupación para las autoridades y los habitantes de las zonas costeras. “Gilberto”, “Paulina” o “Wilma” son algunos de los peores que han azotado el país. En 2015, por ejemplo, el huracán Patricia fue considerado el huracán más fuerte del que se tiene registro. Afortunadamente, al tocar tierras mexicanas ya estaba lo suficientemente debilitado como para no causar los daños que se preveían.
En el caso de los terremotos, son ya conocidos los estragos. Los costos en lo humano y en lo material han sido golpes fuertes en distintas regiones del país. Para dimensionarlo, el gobierno mexicano estimó en 48 mil millones de pesos la reconstrucción tras los sismos de septiembre pasado[4].
Aun con estos antecedentes, muchos inmuebles no están asegurados. Un seguro contra catástrofes ha sido siempre una necesidad en un país como México. No obstante, la demanda de estos productos no ha sido proporcional al riesgo, probablemente porque algunas personas lo consideran innecesariamente costoso o algo secundario.
Una vivienda en 2017 tenía un costo promedio de 1 millón 430 mil pesos en la Ciudad de México, según datos de la Sociedad Hipotecaria Federal, pero puede ser incluso más costosa, según las dimensiones y la zona donde se elija. En cualquier caso, se realiza un desembolso importante al adquirir un inmueble. Ahora, si nos referimos a condominios habitacionales o edificios corporativos, los números son mucho más altos. Protegerlos es la decisión más
“A la par, siempre se debe fomentar la cultura de la prevención: realizar simulacros periódicos, y procurar la correcta vigilancia de las construcciones de acuerdo al reglamento. No podemos prever los terremotos, tampoco evitar huracanes, pero sí está en nosotros protegernos ante cualquier situación”, señaló Eduardo Gutiérrez, Director Ejecutivo de Property & Casualty de Chubb Seguros México.
Existen Seguros de propiedad y daños patrimoniales[5] que protegen condominios habitacionales, edificios y escuelas, contra estas catástrofes. Se puede elegir el tipo de cobertura que se desea: terremotos, erupciones volcánicas o riesgos por huracanes y, según la región en la que se encuentre. Chubb tiene una oferta enfocada en estos inmuebles para garantizar que, de sufrir algún tipo de afectación, contarán con un respaldo sólido y podrán hacer frente a las reparaciones necesarias.
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