por Yesica Flores |
El anuncio reciente del Presidente Donald Trump sobre los aranceles a las importaciones de acero, aluminio y una variedad de productos de consumo de China desató un frenesí de preocupación por el riesgo de una guerra comercial global.
Sin embargo, Vanguard espera que el impacto económico directo por los nuevos aranceles sea mínimo. Creemos que la importancia real que tienen radica en las implicaciones más amplias y a plazo más largo para la política de comercio internacional.
Los aranceles en contexto
La administración de Trump anunció primero que iba a imponer aranceles del 25% a las importaciones de acero y 10% a las de aluminio. Estos productos en conjunto representan menos del 2% de las importaciones totales de los Estados Unidos. Ese estimado aún es alto debido a que Canadá, México y otros aliados, que incluyen la Unión Europea, quedaron exentos temporalmente.
La administración anunció el 22 de marzo un paquete de aranceles y sanciones comerciales sobre los bienes importados de China. Al igual que los aranceles en el acero y el aluminio, estos impuestos probablemente afectarían solo a una pequeña porción del comercio bilateral entre las dos economías más grandes del mundo.
Para entender mejor cómo se vería una escalada de estas disputas, es útil considerar el intercambio comercial en un contexto histórico y global.
Los aranceles de EE. UU. han estado disminuyendo desde la década de 1930 y se han mantenido por debajo del 5% durante más de cuatro décadas, tal como se muestra a continuación. De acuerdo con el último informe sobre aranceles de la Organización Mundial de Comercio, el promedio actual de aranceles en los Estados Unidos es 3.5%, el segundo más bajo en el G20.
Aunque los Estados Unidos tienen medidas comerciales establecidas que no son aranceles como las protecciones antidumping y por seguridad nacional, continúa siendo uno de los países menos proteccionistas del mundo junto con los miembros de la Unión Europea.
Algunos observadores del mercado hacen una extrapolación del cambio en la política de los aranceles para indicar el inicio de una guerra comercial, similar al ciclo vicioso que desencadenó la infame Ley de Aranceles de Smoot-Hawley de 1930, que redujo dramáticamente el flujo comercial y el crecimiento económico en los primeros años de la Gran Depresión. Dada la historia de reducir las barreras comerciales y conociendo los beneficios de la integración económica, Vanguard cree que es poco probable que la administración de los Estados Unidos modifique dramáticamente la política comercial debido al riesgo de alterar el crecimiento económico.
Disminuyen rápidamente los beneficios de un ligero aumento en los aranceles
Aunque damos una probabilidad baja a una guerra comercial, el análisis de Vanguard en el documento de investigación de los Asuntos macroeconómicos mundiales en 2017 ("Situación comercial: es complicado") calculaba el impacto de diversas escaladas en las tensiones comerciales. Un ligero aumento en los aranceles tiene un beneficio marginal a corto plazo en la economía que los impone si no hay represalias. Sin embargo, estos beneficios se reducen rápidamente y se pueden compensar con los aranceles impuestos como represalias y la volatilidad del mercado.
Estos aumentos en los aranceles se compensarían entre sí y el resultado final podría ser precios más altos para el consumidor y crecimiento más bajo debido a una menor actividad comercial, lo que significaría una situación donde todos pierden.
Aunque es poco probable, un entorno de guerra comercial podría reducir el PIB de los Estados Unidos en 1.7 puntos porcentuales y aumentar la inflación en 0.4 de un punto porcentual anualmente. En este caso, el impacto sería suficiente para obligar a la Reserva Federal de EE. UU. a interrumpir su endurecimiento de las tasas de interés y a elegir entre suprimir el exceso de inflación y dar apoyo a un crecimiento bajo.
Los efectos secundarios de los aranceles podrían poner a los Estados Unidos en una posición rezagada
Además de estas estimaciones del impacto directo en la economía estadounidense, una menor cooperación en el intercambio comercial durante los siguientes años podría dañar los flujos de inversión internacionales y poner a los Estados Unidos en una posición rezagada en vez de destacada en futuras alianzas económicas y políticas.
Los inversionistas pueden suponer de manera razonable que la retórica comercial continuará siendo una fuente de volatilidad durante 2018 a medida que la administración de Trump intenta establecer un nuevo rumbo en la política comercial sin desencadenar represalias de los socios comerciales globales de los Estados Unidos.
Aunque todavía hay una probabilidad baja de guerras comerciales, vale la pena observar de cerca las decisiones en cuanto a la política, y las respuestas internacionales que generen, para estar atentos a las señales de escalada.
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