Cuando era director de operaciones en Delta Air Lines, yo era “el tipo de las carpetas”.
En Delta pasaba horas estudiando cómo funcionaba la red, analizaba la logística de mantenimiento, conocía todos los cronogramas; me consideraba la persona que mejor conocía la empresa.
Hacía mi máximo esfuerzo por retener todos esos detalles en mi cabeza. Y por si acaso olvidara algún detalle, llevaba conmigo fieles carpetas, gruesos archivadores repletos de toda clase de información a la que pudiera recurrir en cualquier momento.
Mi sentido de autoestima se resumía en esas carpetas. Sabía que la gente me consideraba un líder con total visibilidad, alguien con la capacidad de diagnosticar cualquier problema y definir una solución clara impulsada por los datos. Se me felicitaba por ello.
Como muchas otras personas, creía que eso era lo que debían ser los líderes modernos: alguien con más conocimientos que cualquier otro, con una visión magnífica del futuro, que supiera exactamente cómo hacer progresar una organización con total certeza; en otras palabras, alguien capaz de imponer orden en el caos.
Pero estaba equivocado.
Ahora, cuando dé conferencias me presentaré al público como un “CEO sabelotodo en recuperación”. Compartiré lo que he aprendido sobre el liderazgo desde que me uní a Red Hat y, con suerte, inspiraré a otros a pensar diferente acerca del rol que deberían desempeñar los líderes de hoy.
La realidad es que el mundo está plagado de incertidumbre, es demasiado vertiginoso e impredecible como para que alguien pueda prever y controlar todo. Los líderes de hoy necesitan percatarse de esto y reconocer que el liderazgo ya no es sobre control, cumplimiento y clarividencia.
Las personas que en la actualidad trabajan en contextos dinámicos basados en la información no necesitan líderes que piensen que saben todo acerca de cómo indicar el “mejor” camino para seguir. Necesitan líderes que los ayuden a sentirse más cómodos (y a dormir más profundamente) en un mundo más ambiguo. Hoy las personas no necesitan ser “controladas”. Lo que realmente necesitan es ser motivadas, persuadidas de participar de conversaciones difíciles y productivas acerca de lo desconocido para que puedan colaborar en posibles soluciones.
No es un cambio fácil. La verdad es que la mayoría de los líderes se sienten incómodos al renunciar a su sentido de control y convivir con la ambigüedad, especialmente aquellos que han pasado años imponiéndole una estructura al caos en la creencia de que es el principal método de sumar valor a sus organizaciones.
Pero si los líderes van a promover la innovación en sus organizaciones, necesitarán realizar este cambio. La innovación es, por definición, algo impredecible. Entonces, aprender cómo inclinarse hacia lo desconocido, cómo sentirse más cómodo con la incertidumbre y cómo confiar en todos los integrantes de la organización para descubrir soluciones, es la única forma de cultivarla.
Porque no encontrará un plan para la próxima gran innovación de su empresa en una carpeta. Créame. Ya he buscado.
(Conozca cómo los pri
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