Las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) siguen siendo las más importantes generadoras de empleo lo que, aunado a su volumen y niveles de producción, las posiciona como uno de los principales pilares de la economía mexicana. Los desafíos que representan la inflación y la inestabilidad económica ponen en riesgo su rol.
Por otro lado, el fenómeno global de la digitalización –que continúa modificando los hábitos de consumo– va alcanzando cada día más a estas organizaciones, de forma que las que no comiencen ya con su proceso evolutivo corren el riesgo de desaparecer. Por supuesto, no se trata de armarse de tecnología sin ton ni son, sino de implementar las herramientas necesarias considerando su nivel de operaciones y alcance, con una estrategia en mente: la de aprovechar la innovación existente para mantenerse vigentes.
De acuerdo con IDC[1], digitalizarse representa un proceso continuo de adaptación e impulso de cambios disruptivos en el ecosistema basado en competencias digitales. La firma analista indica que las pequeñas y medianas empresas que alcanzan su transformación son aquellas que innovan con modelos de negocio apalancados en satisfacer la experiencia de los clientes haciendo converger los medios físicos y digitales. Al hacerlo, no sólo garantizan su permanencia en el mercado; también son más ágiles y eficientes, lo que redunda en mayores ventas.
Con todo, según la plataforma de préstamos en línea Konfío[2], 7 de cada 10 micro, pequeños y medianos empresarios mexicanos están enfocados en aspectos tácticos y de corto plazo, lo que denota dificultad para aterrizar y ejecutar planes estratégicos.
La pregunta no es cuándo, sino por dónde comenzar. Primeramente, es vital que se conviertan en negocios siempre activos, pues hoy día los negocios son Always-On, al igual que el intercambio de conocimiento y la colaboración. En este sentido, conformar un ambiente de hiper disponibilidad, que permite justamente cumplir con las exigencias de un mundo siempre conectado al asegurar y automatizar el aprovisionamiento del flujo constante de datos, les será de gran ayuda.
Asimismo, las PyME requieren sustituir la toma de decisiones basada en intuición por una basada en la verdadera explotación de los datos del negocio, pues de esta forma se colocarán en igualdad de circunstancias con las grandes empresas en cuanto a su capacidad para dirigir el timón del negocio de forma más precisa y efectiva. Para ello la Gestión Inteligente de Datos, que permite automatizar procesos en torno a éstos para presentarlos cuando y como el negocio los necesita, debe ser una iniciativa prioritaria.
Un reciente reporte de Deloitte[3] indica que el número de PyMEs mexicanas que están adoptando las nuevas tecnologías es aún muy bajo. Actualmente, el éxito de los negocios está en su capacidad de adaptarse a los cambios y en la velocidad de respuesta ante las necesidades del mercado. Sin duda, es hora de que las pequeñas y medianas empresas evolucionen garantizando una operación continua, asegurando que la información estará siempre disponible para una toma de decisiones oportuna y eficiente, e integrando una visión centrada en los clientes, para revolucionar su negocio y colocarse en la nueva era digital.