Las inversiones y proyectos de transformación digital crecieron en casi un 50 % de 2016 a 2018, pero aún hoy muchas compañías consideran que no están preparadas para avanzar en ese sentido.
Hablar de transformación digital dejó de ser, en los últimos años, un tema del futuro. Los programas e inversiones, sean integrales o focalizadas, han aumentado vertiginosamente en los últimos meses al punto de convertirse en una necesidad del presente. La cantidad de organizaciones que reconocieron estar implementando una “estrategia de transformación digital” aumentó del 29 % en 2016 al 42 % en 2018. Con estas nuevas demandas de innovación y de adaptación en términos tecnológicos, el sector de TI está cada vez más alineado e integrado con las áreas de negocio.
El objetivo es, entonces, transformar la forma en que se relacionan los clientes, los empleados y los partners de todo negocio, hacia el interior de cada grupo y entre los grupos, para liderar procesos de mejora continua en las operaciones comerciales, disrumpir mercados y negocios existentes mediante la creación de nuevos modelos y formas de trabajo. Por este motivo, la necesidad de encarar procesos de transformación digital se revela, también, como el desafío más complejo que enfrentan los ejecutivos de TI, ya sea para introducir nuevos productos y servicios digitales, como para idear nuevas formas de monetización.
Pero la idea de “digitalizar” las empresas no sólo está relacionada con el objetivo de comercializar nuevos productos y servicios, sino también con poder establecer una nueva forma de interacción con el cliente, mucho más adaptable a sus demandas, y de posicionarse en el mercado, para capitalizar cada cambio que se produzca: desde la mejora de la experiencia del consumidor, tanto en las plataformas digitales como en los puntos de venta tradicionales, como a las alternativas nuevas de negocio. La conclusión, entonces, es que cualquier organización, de cualquier industria, puede convertirse en una empresa digital.
Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre aquellas organizaciones que llevan adelante un proceso de transformación digital, y aquellas que no se animan o no pueden dar el primer paso. Esa diferencia se refleja, de acuerdo con la investigación, en la autopercepción que tienen las empresas sobre su capacidad de innovar.
Tal es así, que el 60 % de las empresas que desarrollaron un proyecto de transformación digital, se consideran aptas para innovar. Mientras que el 65 % de aquellas que no han
encarado la transformación digital creen que no tienen capacidad innovadora alguna. Esto se desprende de las respuestas de ejecutivos que representan a más de 1,400 empresas alrededor del mundo y que hace al ADN digital que tiene la cultura de cada compañía.
Por este motivo, desarrollar e implementar una estrategia de transformación digital continúa siendo un objetivo arduo y requiere que sea acompañada por un cambio en la cultura organizacional de la compañía, con la adopción de nuevas metodologías de trabajo, que combinen las potencialidades de distintos equipos.
Escrito por Alejandro Girardotti, Director de Producto de CenturyLink Latam
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