En la actualidad el mundo del e-commerce está viviendo un auge y un desarrollo sin precedentes. Sin embargo, el fraude en las plataformas de compra en línea sigue preocupando y suponiendo un reto sobre todo para los negocios más pequeños y para quienes están emprendiendo un nuevo proyecto.
De acuerdo con la Asociación de Emprendedores de México y su Radiografía del Emprendimiento en México, en nuestro país 35% de los emprendedores tienen entre 26 y 35 años de edad y 80% de las PyMes facturan menos de $2 millones de pesos al año; de éstas, 45% comercializan servicios, 25% venden productos y 30% se enfocan en ambos rubros.
En el contexto global actual, es relevante saber que, de acuerdo con el Reporte Global 2020 / 2021 de Global Entrepreneurship Monitor, 43% de los encuestados conocen a algún emprendedor que tuvo que detener o cerrar su negocio debido a la pandemia, además de que el National Entrepreneurship Context Index, cuya escala es del 1 al 10, ubica a países latinoamericanos en posiciones bajas en lo que respecta al estado de la economía para proyectos de emprendimiento: Colombia, lugar 20, con 4.6 puntos; Brasil, lugar 31, con 4.2 puntos; y México, lugar 34, con 4.1 puntos.
En este sentido, Vesta, una plataforma de garantía de transacciones, de extremo a extremo, para compras en línea, presenta los cuatro problemas principales que puede ocasionar el fraude a los pequeños negocios.
Tiempo
La pérdida innecesaria de tiempo que supone lidiar con el fraude es destacable. Esto es particularmente remarcable si la estafa ocurre a gran escala. Por ejemplo, en cada uno de los casos en los que se está realizando un engaño, el criminal podría estar estafando más veces en distintos momentos y a diversos clientes, todo ello en un periodo de tiempo breve.
Este factor impactará en el promedio de productividad de la empresa además de poder ocasionar pérdidas de dinero.
Costos por contracargos
En el caso de los negocios pequeños, hay que tener en cuenta el gasto que van a suponer los contracargos ocasionados por el fraude. Además de tener que pagar el monto que al cliente le han cobrado de forma engañosa, el emprendedor o empresa es quien deberá hacerse responsable de pagar la comisión correspondiente.
Comisiones
Desgraciadamente también son los negocios los que tienen que hacerse cargo de las comisiones en caso de fraude. Esto incluso si la reclamación se resuelve a favor de la empresa.
Para comprenderlo mejor, imaginemos que un cliente ha sufrido una estafa realizando la compra en línea de una marca de ropa determinada. Es el dueño del negocio quien procederá entonces a reclamar el dinero de esa compra y quien tratará de probar que la actividad llevada a cabo fue fraudulenta. Aunque esta situación finalmente se resuelva a su favor, la empresa no recibirá compensación por la comisión que se le haya cobrado de antemano.
Estos cargos que derivan de las comisiones podrían abrumar fácilmente a los pequeños negocios que cuentan con recursos limitados. Así pues, implementar unas políticas anti fraude es siempre una buena inversión.
Riesgo reputacional
Cuando una empresa se ve envuelta en un tema de fraude, es fácil caer en un riesgo reputacional que ocasione daños en la imagen o en otros campos del negocio. Hay que destacar que una crisis reputacional mal gestionada podría resultar muy cara o incluso demoledora para los pequeños negocios, y también para los grandes. Estas crisis podrían tener dos efectos:
- Los criminales pueden obtener información de los clientes, misma que podrán usar en el futuro.
- Los clientes no van a querer realizar compras en la tienda online de la empresa afectada para no ser sujetos de fraude.
Para profundizar un poco más en el segundo punto, cabe destacar que cuando las personas escuchan la palabra “fraude” sienten una gran preocupación sobre todo cuando va asociada a ciertos negocios particulares. Esto se debe en gran medida a escenarios como el de Equifax breach, que llevó a mucha gente a ser escéptica sobre la seguridad a la hora de gestionar y gastar dinero en línea.
Cuando se realiza de forma incorrecta, el aumento de los esfuerzos de prevención del fraude causa fricciones en el pago y deja a los clientes desconcertados porque sus transacciones tardan más de lo habitual en procesarse. Por tanto, esto podría acabar siendo un factor decisivo para aquellos clientes que tuvieran dudas sobre si comprar o no online.
Finalmente, es importante tomar en cuenta que el 27% de las ventas online acaban siendo fraudulentas. A medida que más y más empresas confían en las plataformas de comercio electrónico para llegar a sus clientes, las transacciones fraudulentas plantean un problema importante para los comerciantes en mercados de todo el mundo.
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