Hasta el momento, el actual presidente de los Estados Unidos no ha aceptado la derrota electoral y por el contrario, ha continuado con los embates y denuncias al sistema. Desde la primera transición presidencial realizada en 1979 cuando el saliente presidente George Washington hizo entrega del mando a su sucesor, John Adams, el traspaso siempre se ha dado de un modo pacífico. Al parecer, es la primera vez en 223 años que un presidente se niega a aceptar su destino democrático y está apunto de romper con una tradición que ha caracterizado a dicho país durante siglos. Lo que a fin de cuentas puede traer problemas institucionales y democráticos muy serios.
Desde los pocos días de haber finalizado las elecciones, el presidente Donald J. Trump casi no ha hablado de otra cosa que del fraude; algo jamás visto en la historia reciente de ese país. Una palabra como esta, el “fraude”, puede traer consecuencias gravísimas cuando es apalancada irresponsablemente como herramienta política sin evidencias y con ánimos de desestabilizar.
Ante semejantes acusaciones que comprometen la estabilidad institucional en norteamérica, repasamos 5 claves que evidencian la falta de sustento a las acusaciones de fraude.
La primera consiste en que las autoridades electorales han concluido que estas fueron “las elecciones más seguras de la historia de EE. UU.”. Esta comisión de autoridades electorales consiste en una coalición bipartita de autoridades federales y estatales del Departamento de Seguridad Nacional. Ellos mismos fueron quienes dijeron que “No hay evidencia de que ningún sistema haya borrado, perdido, o cambiado un voto, o que se haya visto comprometido”.
El segundo punto consiste en los reportes preliminares realizados por las distintas misiones electorales internacionales. Estos observadores, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), declararon respectivamente que no se ha “observado directamente ninguna irregularidad” y que dichas “acusaciones son infundadas”.
La tercera clave se da en el marco del pronunciamiento de las distintas empresas de tecnología electoral. Dado que parte de las acusaciones de Trump se han dirigido a las empresas proveedoras de la tecnología electoral, tanto Dominion, Indra, Scytl, y Smartmatic, han publicado comunicados de prensa y páginas de verificación de datos para quienes deseen obtener más información. Además, de todas las empresas nombradas, sólo Dominion provee tecnología para contar votos en ese país, mientras que Smartmatic ha limitado su participación al condado de Los Ángeles en estas elecciones 2020, donde fabricaron máquinas para marcar boletas de papel, pero no contaron los votos.
Un cuarto indicador llamativo ha sido el retiraro del proceso por parte de dos firmas de abogados ligadas al presidente Trump, debido a decisiones en contra del reclamo y que aún no se ha entregado ninguna prueba de fraude, lo que termina obstaculizando el camino legal para el presidente.
La quinta clave y quizás la más llamativa, fue la de involucrar a países extranjeros como ha sido el caso de Venezuela. El abogado de Trump ha intentado involucrar a dicho país como responsable en este supuesto accionar fraudulento. De todas formas, la empresa Smartmatic ha trabajado durante más de 16 años para 25 países diferentes donde han llegado a registrar más de cinco mil millones de votos electorales, y en en todos los casos, los datos obtenidos por la empresa tecnológica, han sido validados por prestigiosas instituciones como el Centro Carter, la OEA, y la Unión Europea.
A la vista de todos está la evidencia que confirma la validez, integridad y confianza de estas elecciones. El presidente Trump tendrá algunos días más para pensar cómo le gustaría ser recordado de aquí en más, si aceptando los resultados electorales, o si prefiere hacer caso omiso del voto electoral y romper por primera vez en la historia con el traspaso pacífico del mando presidencial.
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