La emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19 está dejando estragos a su paso en la salud mental de la población. El aislamiento, la presencia del virus, el temor al contagio, la incertidumbre y crisis económicas son algunos de los factores que están ocasionando diversos trastornos psicológicos a nivel mundial, el principal de ellos: la depresión.
El Departamento de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que al menos 1 de cada 5 personas podría verse afectada por esta situación, y a medida que avanza la pandemia estos problemas no cesan; al contrario, el organismo prevé un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental con altos costos económicos y sociales.
Todo indica que la próxima pandemia será de depresión, uno de los trastornos que más afecta a los trabajadores y que ocasiona importantes pérdidas económicas para las empresas. De acuerdo con la OMS, la depresión cuesta a la economía mundial mil millones de dólares al año en pérdida de productividad.
Tanto organismos públicos como privados, e incluso instituciones académicas se han sumado a la lucha a favor de la salud mental, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que cuenta con un programa gratuito de atención mental para la población en general. Tan sólo entre el 23 de marzo y el 4 de mayo (los primeros meses del confinamiento), la UNAM otorgó 23 mil 622 servicios de atención psicológica, el 17% de ellos fueron por depresión ocasionada por la pandemia.
“Un entorno de trabajo adverso puede ocasionar problemas psicológicos de consideración, estos afectan la calidad de vida y el desempeño de los trabajadores. Por ello, las empresas deben contar con políticas laborales que contemplen la promoción y atención de la salud mental de todos los colaboradores, en especial en un contexto como el que vivimos hoy a causa de la pandemia”,afirma Andrea Rojas, Head de RRHH en Runa, empresa especializada Recursos Humanos (RRHH) y software de nómina.
De acuerdo con Runa, los primeros síntomas de esta nueva pandemia por depresión son:
- Ausentismo laboral
- Desinterés generalizado
- Problemas de comunicación con otros trabajadores
- Incapacidad para cumplir con tareas sencillas
- Incluso malestares físicos como cansancio excesivo o dolores de cabeza
Para ayudar a los colaboradores, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) es importante que las empresas promuevan políticas de salud mental dirigidas hacia tres enfoques:
- Proteger la salud mental reduciendo los factores de riesgo relacionados con el trabajo.
- Promover la salud mental desarrollando los aspectos positivos del trabajo y las cualidades y capacidades del personal.
- Solucionar los problemas de salud mental, con independencia de su causa.
“Promover la salud mental y fortalecer los ambientes saludables de trabajo para que estos trastornos sean vistos sin prejuicios y como una enfermedad que debe atenderse y que preocupa a las empresas, ayudará no sólo a mejorar el entorno laboral, sino también al crecimiento de la compañía”, señala Rojas.
¿Cómo crear un ambiente de trabajo saludable?
Analizar el entorno laboral. El punto de partida para crear un entorno laboral saludable es conocer cuál es el estado de la empresa a través de la percepción de todos, tanto trabajadores como directivos, así como las sugerencias que estos tengan para mejorar el entorno.
Prevención, la clave. Realizar campañas de prevención es vital para aminorar los efectos de la pandemia y cuanto antes empiecen será mucho mejor. Éstas deben estar basadas en la confianza, entendimiento y respeto, así como información sobre qué es la depresión, sus síntomas y cómo la empresa está asistiendo a los trabajadores que la padecen.
Informar a los trabajadores que pueden pedir ayuda. Fomenta la comunicación entre empleados y empresa ayudará a transmitir una sensación de confianza para atender el problema cuanto antes, de este modo el trabajador se sentirá motivado a pedir ayuda en lugar de ocultar el problema y esperar a que desaparezca solo.
Las empresas pueden impartir pláticas a la comunidad o realizar actividades que promuevan el trabajo en equipo, la cooperación y el respeto a la vida laboral y personal de cada uno, incluso estas actividades pueden organizarse de manera remota.
Elaborar y aplicar políticas y prácticas de protección de la salud mental. Contar con estas políticas de manera permanente ayuda a disminuir el ausentismo laboral o la falta de compromiso por depresión.
Las políticas deben ser parte de un plan integral que va desde la prevención, hasta la asistencia de trastornos psicológicos, también programas de desarrollo profesional y reconocimientos laborales para mantener el ánimo de los trabajadores.
Adoptar medidas propias. Si bien algunas empresas ya han implementado campañas funcionales de atención a la depresión, lo mejor es partir de la necesidad de cada compañía y con base en ello diseñar estrategias propias.
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